Los tiempos cambian
No hay nada como un buen mandil. Eso decían nuestras abuelas, siempre impolutas en la cocina. Y esos guisos tan espectaculares… Entonces se llevaban a cuadros, con muchas flores, y volantes. Nada más entrar en la cocina, ahí estaban, colgados, esperando a que ellas entraran para darles vida. Y lo más increíble es que guardaban toda clase de tesoros dentro de los bolsillos ¡Qué tiempos aquellos!
Entonces nunca entendimos su uso. No lo veíamos tan necesario porque nunca nos poníamos a guisar. Ahora vemos la necesidad y la importancia de esta prenda en todas las cocinas, sobre todo, en el mundo de la restauración.
Los tiempos cambian y el mundo de la restauración gastronómica presenta grandes cambios continuamente, adaptándose a las líneas de negocio actuales. Una línea en la que el mandil de nuestra abuela se ha convertido en una prenda imprescindible, para proteger la ropa laboral, de cualquier desgarre ocasionado por las labores diarias, además de evitar que se ensucie.
Bolsillos prácticos
Por fin entendemos el uso de esos bolsillos mágicos. Y la verdad es que lo son, porque están diseñados, exclusivamente para guardar objetos que necesitas tener siempre a mano y son de gran utilidad a la hora de anotar el pedido de los comensales o de abrir una botella de vino. Este tipo de prenda suele tapar el frontal de nuestro cuerpo, aísla del sudor de los hornillos que siempre se encuentra a temperaturas muy altas y permite diferenciar los distintos puestos de trabajo.
En Roly conocemos todas las directrices del mundo de la restauración. Un chef de cocina debe llevar un mandil largo y blanco, de un blanco impoluto, pues siempre debe estar presentable cuando lo requieren los comensales como agradecimiento. Un cocinero usa delantales de peto y si los prefiere de color negro, no hay problema. Puede elegirlos del tono que desee, siempre teniendo en cuenta las normas internas establecidas.